La presencia de nitrato y alumbre, y otras condiciones del subsuelo de Guanajuato, ocasionaron que decenas de cuerpos se hayan momificado.

Sucedió que entre 1865 y 1989 fueron exhumados más de cien cuerpos, lo anterior pues las familias no habían pagado para mantener los cuerpos en los suelos de los cementerios. Cuando se hicieron los desentierros, sobre todo del Panteón de Santa Paula, aparecieron decenas de cuerpos momificados por el motivo que anteriormente describimos.

Sin embargo, muchas de las momias parecen llevar un halo de dramatismo en el rostro, lo que ha llevado a la creación de leyendas en torno a este macabro hecho, que se conserva en el popular Museo de las Momias de Guanajuato.

Cuenta la leyenda más conocida que en 1830 en la ciudad se propagó una peste entre cuyos efectos se encontraba la paralización del organismo; las personas desconociendo lo anterior enterraban lo antes posible los cuerpos con el fin de que no contagiasen a más personas. Sin embargo, los “difuntos” no estaban realmente muertos, sino en un estado parecido a un parálisis generalizado.

De este modo muchas víctimas de la peste, ya enterradas, despertaban dentro de los ataúdes y morían asfixiadas, no sin antes vivir una indecible desesperación. Por ello, se dice, que tantas momias de las exhibidas, en sus rostros parecieran expresar sufrimiento atroz. La anterior es una teoría no muy descabellada luego de recorrer estos rostros, aunque hoy se sabe que la retracción del tejido en el área de la boca hace que luzcan así sus expresiones.


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