El calendario azteca o Piedra del Sol es uno de los grandes tesoros de la arqueología de México. Es una representación del profundo conocimiento astronómico de los mexicas y de su fascinante cosmogonía.
El calendario azteca es un disco monolítico (hecho con una sola pieza) con inscripciones relacionadas con la astronomía y el culto solar de los mexicas. En él se describen los movimientos de los astros y los distintos ciclos con los que se medía el tiempo. Contrario a lo que sugiere su nombre, no es un calendario, sino un símbolo de la concepción del tiempo y la cosmovisión del periodo.
Para los aztecas, el tiempo trascurría en “soles” o eras cósmicas, periodos de creación y destrucción. Antes de ellos, en la tierra ya habían existido otros cuatro soles.
Acorde a los expertos, la Piedra del Sol fue creada durante el Período Posclásico, entre 1250 y 1521 d.C., por orden de Moctezuma Xocoyotzin o del tlatoani Axayácatl. Está hecha de piedra volcánica (basalto de olivino), proveniente probablemente del volcán Xitle y obtenida de la zona sur de la ciudad.
Tras la caída de México-Tenochtitlán en 1521, la Piedra del Sol se trasladó a la Plaza Mayor, al oriente del palacio virreinal, y se colocó con los relieves hacia arriba. Se mantuvo ahí por muchos años, hasta que, en 1559, el arzobispo Alfonso de Montúfar, mandó darle vuelta y enterrarla, argumentando que era una obra del demonio, que era una mala influencia para los habitantes de la ciudad, y para que “se perdiese la memoria del antiguo sacrificio que allí se hacía”.
Tras 270 años de estar bajo tierra, la Piedra del Sol se re-descubrió el 17 de diciembre de 1790, mientras se hacían obras en el costado sur de la Plaza Mayor de la Ciudad de México para construir drenajes y banquetas. Los trabajadores bajo el mando de José Damián Ortiz de Castro lo encontraron enterrado a poco más de 40 cm, a 60 metros de una de las puertas del Palacio Virreinal.
Fue nombrado “calendario azteca” por el antropólogo Antonio de León y Gama, quien asistió al lugar para verlo. El antropólogo argumentó que la Piedra del Sol no debía ser sepultada de nuevo por su gran valor histórico y artístico, por lo que se colocó a un costado de la catedral Metropolitana el 2 de julio de 1791.
Durante la Intervención estadounidense en México entre 1846 y 1848, los soldados extranjeros usaron esta reliquia mesoamericana para jugar tiro al blanco, dañándola bastante.
A finales del siglo XIX, se trasladó a la Galería de Monolitos del Antiguo Museo Nacional. En 1964, el calendario azteca llegó a la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología. Allí permanece hasta nuestros días, como una de las piezas principales del museo.
El calendario azteca representa el disco solar y está dividido en varias secciones, anillos concéntricos que contienen elementos relacionados con el tiempo.
En el corazón del monolito está el rostro de Totatiuh, el dios del sol, dentro del glifo que significa “movimiento”. Se le representa con la mitad inferior del rostro descarnada y la superior encarnada, que representa la vida y la muerte. Se caracteriza por las líneas de su frente y ojos, su cabello lacio, sus joyas, su lengua representada como un cuchillo de pedernal (símbolo del sacrificio requerido para su renacimiento diario tras su viaje al inframundo), y sus garras con corazones humanos.
El primer anillo del calendario azteca contiene veinte figuras, que representan los veinte días del calendario sagrado azteca: Tonalpohualli. Este calendario se registraba en un códice en piel de venado o papel amate conocido como tonalpouhqui o libro de los días.
El segundo anillo del calendario azteca tiene varias secciones con cinco puntos, en donde se cree se representan las semanas. A la vez, hay una representación de los rayos solares en dirección a los puntos cardinales en ocho secciones.
En el tercer anillo de la Piedra del Sol, hay dos serpientes de fuego con escamas (para muchos la personificación de Tonatiúh y Tezcatlipoca), que rodean la piedra y llevan a la deidad por el firmamento. Cada siglo mexica tenía 52 años y al final de cada uno, se realizaba la ceremonia del Fuego Nuevo, representado con llamas en varias secciones.
Finalmente, en el cuarto anillo de la Piedra del Sol hay ocho relieves equidistantes, que representan varias constelaciones. Contiene 158 círculos pequeños.
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