Una de las características más complejas de entender y explicar de cualquier idioma, es su espectro de expresiones o frases coloquiales. En México tenemos una gran variedad de mexicanismos que son reflejo de nuestra cultura, historia y raíces. Muchas de esas frases tienen su origen en las lenguas nativas de nuestro país que a lo largo de los siglos han dejado huella en nuestra manera de comunicarnos en el día a día.
Aquí presentamos una recopilación de algunas frases para que aprendas a explicarlas.
La palabra chauistle tiene su origen en el náhuatl chauiztli que significa “enfermedad de la hoja del maíz”, enfermedad producida por un hongo. Esta expresión la usamos para referirnos a la repentina presencia de una persona que representa cierta autoridad y que pondrá en una situación incómoda a quien se le dice “ya te cayó el chauistle”.
Checha es el diminutivo del nombre Cresencia. Esta frase la usamos cuando queremos que por fin se dé inicio a alguna actividad o cuando ya es momento de concentrarse en lo que se está haciendo.
Mitote viene del náhuatl mitotiqui y significa danzante. Usamos esta frase para expresar que un problema o conflicto ha empezado. También hace referencia a la fiesta o el chisme.
Etimológicamente, apapacho deriva de la voz náhuatl patzoa, la que puede traducirse como apretar. La RAE (Real Academia Española) define apapacho como "palmadita cariñosa o abrazo". Sin embargo, para nosotros apapachar va más allá del contacto físico. Se dice que es una caricia al alma de la persona que lo necesita. Decimos “apapáchame” cuando necesitamos sentirnos reconfortados con un fuerte y sincero abrazo.
No es más que dormir la siesta. Por extensión, es un lapso de sueño corto para reponer energía en cualquier lugar. Puedes echarte un coyotito en el camión, en el trabajo, o en casa antes de continuar con las actividades normales.
Aunque su uso se extiende a diferentes lugares de Latinoamérica su origen es el náhuatl. La palabra es achicaualiztli cuyo significado es similar a frágil o débil. La usamos cuando queremos darle ánimos a otra persona para que no decaiga o no se deprima.
Se dice cuando una persona lleva una vida sin límites.
Chamaco también es un vocablo procedente del náhuatl chamahuac y significa “rollizo”. La usamos para advertirle a alguien que lo quieren tratar como niño, en el sentido de que lo quieren engañar.
La expresión significa ya fue suficiente, ya basta. Se cree que se empezó a usar a finales del siglo XIX. Hay dos versiones más largas “Ya Chole vendió su rancho” y “Ya Chole vendió su casa y puso panadería”.
Quiere decir que me tiene como su ayudante. Otra palabra que viene del náhuatl. Se compone de “atl” agua, y de “chichinqui” que chupa. Completo sería “quien chupa el agua”. Después de la Conquista tomó la connotación de una persona servil e incondicional a su patrón.
Es decir, toma dinero para que te compres tus dulces o lo que quieras.
El talacho es una herramienta para labrar la tierra. Surgió de la fusión del náhuatl “tlali” tierra y el castellano hacha. La usamos para decir que estamos haciendo una actividad laboriosa que tomará tiempo.
Changarro se usa para hablar de un pequeño negocio o tienda. Según la sensibilidad de quien lo diga o escuche puede ser, o no, una palabra despectiva.
En general, usamos esta comparación, para hacer referencia a lo delgado o flaco que una persona es, sin importar su tamaño o estatura.
En su Diccionario de mejicanismos (1978) Francisco J. Santamaría sugería que, de guangoche, debe haber derivado guango, genuino mexicanismo que significa: ancho, holgado, flojo. Es decir, cuando una prenda nos queda grande decimos que nos queda “guanga.
El término chacuaco viene del purépecha chakuakua, que se refiere a la ventanilla ubicada en el techo de una cocina, la cual sirve para que el humo escape. Haciendo referencia a la salida continua de humo, decimos que alguien fuma como chacuaco cuando parece que siempre sale humo de su boca por fumar constantemente.
Ir a mirar y dar la vuelta a un mercado o tianguis para comprar cosas que tal vez no son necesarias, tal vez no son nuevas (o sí), tal vez no son muy útiles, chácharas.
La palabra itacate proviene del náhuatl itacatl y se refería a la provisión de alimentos que se lleva una persona para un viaje, así como al contenedor o mochila en que estos eran transportados. Pasó al español mexicano como itacate. Actualmente, se usa para designar el sobrante de comida que queda en una fiesta, banquete o reunión, y que se reparte al final entre los invitados, para que se lleven a sus casas.
La palabra “chipil” tiene su orgien del nahuatl tzipitl “niño intranquilo que reclama mayores mimos por el nuevo embarazo de la madre”. Por extensión es la persona que, por estar triste, decepcionada o sensible, necesita ser mimada y/o recibir cariño.
Como verbo equivale a ponerse 'triste, abatido, con el ánimo decaído’. Actualmente, estar agüitado es sentirse decaído, triste, preocupado.
Parece lógico pensar que chiquitear procede de chiquito, diminutivo de chico. Sin embargo, no hay fuentes que lo confirmen. Se emplea con el sentido de 'comer o, sobre todo, beber algo poco a poco', generalmente con la connotación adicional de que se hace así para disfrutar, para saborear mejor o prolongar el goce de lo que se come o bebe. “Está chiquiteando lo que queda de tequila”
La más famosa de las hipótesis acerca del origen de esta frase, cuenta que Chuchita era una trabajadora doméstica de los tiempos de la colonia, nacida en el año de 1689. A Chuchita se le había asignado la labor de mandadera de la casa, para lo que acudía al mercado a adquirir las cosas que se necesitaban en la vivienda del patrón. Chuchita tomaba el dinero que le había sido asignado para la compra de los mandados y se los gastaba en bebidas alcohólicas. Incapaz de afrontar su problema con la bebida, Chuchita regresaba a la casa diciendo que la habían bolseado, es decir, le habían robado los víveres. Sin embargo, la excusa se volvío recurrente y muy sospechosa.
Esta historia ubica el famoso bolseo en el año de 1715: Chuchita tendría unos 26 años al ser víctima de la delincuencia. Por diversas inconsistencias en la historia y por lo que se sabe acerca de la dinámica social de aquel tiempo, se dice que es una historia falsa. Sin embargo, usamos la frase cuando no creemos las explicaciones de una persona al perder algo o ser protagonista de una situación dudosa.
¡Frase popularizada a partir de la famosa película del cine de oro mexicano “Nosotros los pobres” 1948! Se usa cuando una persona responde con argumentos definitivos (no necesariamente agresivos) ante una propuesta o petición para rechazarla.
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