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Abril, 2017

Puebla es una gran metrópolis consciente de su historia y de sus raíces, rica en cultura que no pierde sus más arraigadas costumbres, lo cual llama la atención de los turistas que en todas las épocas del año visitan este majestuoso lugar donde hay una inigualable hospitalidad.

Sin embargo, para que la Angelópolis llegara a ser un lugar de leyendas, magia y tradición, tuvieron que escribirse varias historias que han pasado de boca en boca y que se han plasmado en las páginas de libros, para dejar algo tangente de la historia de la ciudad.

La Fundación de Puebla

Hacia el año 1530 en la Nueva España, era necesaria la creación de otras formas productivas y políticas en las que los conquistadores dejaran de abusar de los indígenas con el único fin de conseguir el pronto éxito, además del aumento de sus fortunas, y una de estas soluciones consistía en fundar poblados sin encomiendas y sostenidos con el trabajo de sus habitantes.

Al tiempo que se anhelaba esto, Fray Julián de Garcés, obispo de Tlaxcala, soñó que dos ángeles trazaban el lugar donde debía fundarse la Puebla. Posteriormente, junto con Fray Toribio Motolinia, la Segunda Audiencia encabezada por Juan de Salmerón, Hernando de Saavedra y, en la distancia, Isabel de Portugal, buscaron el lugar idóneo donde habría justicia, igualdad, armonía y paz, lo cual culminó con la autorización de La cédula de Ocaña (19/I/1531) para fundar el pueblo de cristianos.

El 16 de abril de 1531, día de Santo Toribio, se congregaron entre 35 mil y 40 mil indios de Tlaxcala, Huejotzingo, Calpan, Tepeaca y Cholula para ayudar en la fundación de la que hoy es nuestra ciudad. El padre Motolinia dio misa, se echaron los cordeles y se construyeron con paja y adobes 50 casas y una iglesia. Estuvieron presentes 32 vecinos fundadores. Después de los rituales, la Puebla quedó fundada, pero en mayo se desencadenaron lluvias torrenciales que arrasaron el asentamiento, poniendo en peligro su éxito y la consideración de reubicar a la población. No hay certeza de la localización de este primer trazo; pudo estar situado al sur o al suroeste de la ubicación actual o en El Alto de San Francisco; existen las hipótesis de que se podría haber refundado en los actuales barrios de San Sebastián o San Antonio.

Después de este incidente se planeó la segunda fundación, para lo que se le concedió exención de los impuestos de alcabalas y tributos por 30 años y se repartieron solares en Huaquechula La Vieja, y el 20 de agosto de 1538, en Valladolid, se concedió el escudo de armas a la ciudad de los Ángeles.

Así, sobre el cauce del río San Francisco, se desarrollaron tres fenómenos notables, un molino, un conjunto de artesanías que abastecían al molino y el templo y convento de Nuestra Señora del Carmen, que da una muestra de la decoración barroca poblana, con sus fachadas, cerca de ladrillos y azulejos que le dan un toque de elegancia señorial.

El sueño de Fray Toribio de Benavente se hizo realidad, pues a partir de entonces se erigió una ciudad que al paso de los años se convertiría en una de las principales urbes de Latinoamérica por su estratégica ubicación entre el puerto de Veracruz y la actual Ciudad de México.

El proyecto de ciudad

La traza de la nueva ciudad tuvo la influencia del nuevo espíritu del Renacimiento, por lo que sus fundadores optaron por un patrón de asentamiento rectangular, que si bien no era nuevo si era poco común. El terreno, llano y libre de poblaciones indias, era propicio para planificar un asentamiento conforme al nuevo individualismo renacentista que otorgaba mayores y planificados espacios. Se decidió por una traza regular que partía de una plaza mayor o de armas, delimitada por la sede de los poderes civil y eclesiástica, a imitación de las ciudades españolas.

Al paralelogramo rectángulo de la plaza mayor se le dio 250 varas de largo corriendo de oriente a poniente y 128 de norte a sur, es decir 210 por 107 metros, que sirvió como medida para las demás manzanas formando así un emparrillado reticular.

Partiendo de la plaza, se trazaron un número de 295 manzanas a su alrededor destinándolas para casas habitación y 125 para huertas, quintas y sembradíos. Las manzanas proyectadas para la siembra se les designaron 400 varas de oriente a poniente y cien varas de norte a sur, tamaño apropiado para la siembra y la cría de animales, principalmente cerdos, incluyendo huertas y establos.

Trazadas las manzanas, se llevó a cabo el repartimiento de los solares siendo Alonso Martín Partidor el encargado de realizar esta acción. El espíritu humanista del renacimiento de los fundadores influyó para repartir con prodigalidad a las cabezas familiares, quedando divididas las manzanas en ocho solares por cada una, es decir más de 2000 m2 por familia.

La ciudad además presentaba deliberadamente, una orientación de 24° hacia el este en relación al norte, con el fin de proteger sus aceras y calles de los rayos directos del sol, así como para bifurcar los vientos dominantes del norte que descienden de la Malinche durante la época de invierno.

Sobre el nombre

De acuerdo a Cerón Zapata la Puebla, (lugar donde se puebla o acto de poblar), fue llamada así por sus fundadores en un periodo indefinido, quizá derivaría de las "cartas de Puebla" concedidas por la corona para la fundación de las nuevas ciudades, Hugo Leicht sugirió que Puebla provendría de Juan de la Puebla, el franciscano español fundador de los minoritas, primeros misioneros de la Nueva España.

Por otra parte, algunos historiadores vieron en el sueño de Garcés el origen del nombre de "Los Ángeles. Sin embargo, el nombre que fue dado muy pronto a la ciudad, probablemente se atribuya a los misioneros franciscanos quienes tenían gran devoción a los santos Ángeles, como lo demuestra la porciúncula del primer convento que fundó San Francisco de Asís, la cual estaba consagrada a Nuestra Señora de los Ángeles. Así también el ministro general de la orden franciscana que envió a los doce misioneros a la Nueva España se llamaba fray Francisco de los Ángeles o el convento en que los reunió en 1523, antes de su salida se llamaba Santa María de los Ángeles. De tal forma que los mismos franciscanos pidieron a la reina le concediera al establecimiento el título formal de Ciudad de los Ángeles, sin embargo, sus habitantes siguieron llamándola afectuosamente Puebla, no obstante las prohibiciones y amonestaciones del ayuntamiento que llegó a multar a quienes insistieran en tal nombre.

La ciudad de Puebla también contó con el título "muy noble y muy leal" gracias a una Cédula emitida por la Casa Real española en febrero de 1561, marcando su importancia frente a otras ciudades virreinales.

Español / Inglés

raíces / roots
pierde / lose
arraigadas / rooted
magia / magic
plasmado / captured
aumento / increase
encomiendas / grant by the Spanish Crown to a colonist
anhelaba / yearn for
trazaban / lay out
idóneo / ideal
paz / peace
cédula / certificate
misa / mass
echaron / lie down
cordeles / cords
paja / straw
arrasaron / destroy, devastated
certeza / certainty
exención / exemption
alcabalas / (historical) sales tax
ladrillos / bricks
erigió / builded
urbes / major city
traza / design
paralelogramo / parallelogram
emparrillado / grid
reticular / reticular
siembra / cultivated land
prodigalidad / abundance
aceras / sidewalks
bifurcar / branch off
porciúncula / small church
multar / to fine

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