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Agosto, 2015

Una de las imágenes que sorprendió a los conquistadores españoles cuando llegaron a México-Tenochtitlán, fue la del vasto y concurrido mercado de Tlatelolco. Bernal Díaz del Castillo, relata en sus crónicas la admiración que les causó ver el buen orden que guardaba el gran mercado, dividido por secciones según el tipo de producto, pero no sólo eso, sino que también había una autoridad que resolvía cualquier conflicto entre vendedores y compradores.

Cuando el proceso cotidiano de comprar y vender se vuelve festín de los sentidos, sinfonía de colores, con un ir y venir de un vibrante y bullicioso enjambre humano que habla, grita, canta, pregona, regatea y ríe. Cuando el escéptico e impersonal acto de compra-venta que el hombre realiza dentro del sofisticado mundo del supermercado moderno es sustituido por la aventura de sumergir nuestra humanidad en el rito generoso y fecundo del mercado mexicano, estaremos inmersos en la magia de una de las instituciones del costumbrismo mexicano más bellas y genuinas que sobrevive gracias a su vitalidad arrolladora, a sus provocativos contenidos de calor humano y a sus posibilidades de comunicación y convivencia humana.

El mercado es el lugar en donde todo se vende y todo se compra, pero en el que la tenue y guardada música de fondo de los lujosos supermercados, la sustituye; el coro de miles de colmenas humanas que, río caudaloso, pintan excelentes murales de vida con la alucinación de sus voces y murmullos tonificados con la sustancia popular que corre por las palpitantes arterias del mexicanísimo mercado.

Los mercados subsisten gracias a las amas de casa que conservan la tradición de ir a estos establecimientos, en donde se genera un ambiente de familiaridad, sin embargo, es necesario tomar medidas urgentes para que no desaparezcan.

Afortunadamente en México existen compradores que se dejan seducir por el arte de regatear en el mercado y a los que acuden también miembros de la burguesía a internarse en el fascinante mundo de ¿Cuánto es lo menos?; y si me llevo dos ¿En cuánto me los deja?; otra frase muy común es: "Ahí le va su pilón güeríta".

El folklore, colorido y humildad que se manifiesta en los puestos de fruta de los mercados populares, es sin duda uno de los principales atractivos que siguen estimulando a las amas de casa a realizar su tradicional "mandado" y prescindir aún de la frialdad de los grandes almacenes.

Los mercados generan empleos directos a miles de personas y abastecen a otros millones más. Sin embargo, el mercado mexicano está sufriendo mucho debido a la proliferación de grandes cadenas comerciales y a los comerciantes informales que acaparan una cantidad considerable del consumo de la población.

Español / Inglés

vasto /
crónicas / chronicles
guardaba / kept
vendedores / sellers
compradores / buyers
cotidiano / daily
festín / feast
bullicioso / bustling
enjambre / swarm
pregona / announce
escéptico / sceptic
fecundo / fecund
arrolladora / overwhelming
tenue / softy
lujosos / luxurious
colmenas / hives
murmullos / murmurs
palpitantes / palpitating
seducir / seduced
regatear / haggle
burgesía / bourgeoisie
pilón / lagniappe
güeríta / white girl
amas de casa / housewife
mandado / order
proliferación / proliferation

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