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Biblioteca Palafoxiana

La Biblioteca Palafoxiana es un recinto bibliográfico de la ciudad de Puebla, fundada por el obispo Juan de Palafox y Mendoza en 1646. Ubicada en el centro histórico de la ciudad de Puebla de los Ángeles, es un Monumento Histórico de México desde 1981 y desde 2005 fue incluida por la UNESCO como parte del Programa Memoria del Mundo. Fue la primera biblioteca pública de América.


En 1646, el obispo Palafox donó su biblioteca personal, compuesta de cinco mil volúmenes, al Seminario de San Juan, pero instruyó que además del clero podía ser consultada por todos aque-llos que quisieran estudiar, pues su principal condición fue que estuviera abierta al público y no solo a eclesiásticos y seminaristas.


La Biblioteca Palafoxiana de Puebla, única biblioteca que constituye hoy en día un testimonio inal-terado del legado europeo en América, tiene como objetivo asegurar el acceso más amplio posi-ble a la información contenida en sus más de 41.000 libros impresos y en sus manuscritos, parte de una escogida colección bibliográfica que abarca desde 1473 hasta 1821 (19.172 registros).

El acervo
El acervo donado por Mendoza estaba constituido por obras de los más diversos temas, que reflejan su espíritu universalista, forjado gracias a sus estudios en diversas universidades como la de Huesca, Alcalá y Salamanca. Su temática es variada y en sus tres niveles de estantería yacen biblias, libros de historia sagrada, derecho canónico, teología escolástica y dogmática, oratoria sagrada, colecciones de concilios, ascética y mística, padres y doctores de la iglesia, liturgia, disci-plina eclesiástica y de controversia, historia natural, humanidades, geografía, gramáticas y diccio-narios, autores clásicos y poéticos, física, matemáticas, entre otras. Así entonces pueden encon-trarse a autores como Séneca y Santa Teresa. El acervo es rico también por sus lenguas, ya que en él se encuentran alrededor de 14 lenguas, entre las que están el latín, griego, caldeo, árabe, hebreo, inglés, alemán, portugués, entre otros. Incluso también procuraba, ya estando en la Puebla de los Ángeles, hacerse enviar desde el Viejo Continente una serie de libros entre los que figuraban los de artes, vocabularios, de oficios y de canto que utilizaba para la instrucción de los indígenas. Tiempo después se incorporaron libros de los colegios jesuitas, como los del Espíritu Santo y el de San Javier, posteriormente a la expulsión de esta Orden en 1767. Francisco Fabián y Fuero comisionó al historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia para hacer el inventa-rio del fondo jesuita y depositarlo en la Palafoxiana. Hay que añadir que este mismo Obispo, donó su biblioteca personal y después se llevaron a cabo las donaciones de Manuel Fernández de Santa Cruz, Francisco Pablo Vázquez, Francisco Irigoyen y de algunos particulares.


Con todos estos fondos, se logró reunir un acervo de más de 45 000 libros, que forman el susten-to de la Biblioteca Palafoxiana. Sin embargo, el fondo es mayor, ya que se debe tener en cuenta el extenso número de impresos sueltos y encuadernados que versan sobre los temas más hetero-géneos. Entre los libros más importantes se encuentran 9 incunables, de los cuales el más anti-guo es Los nueve libros de la Historia de Heródoto, el cual fue impreso en 1473, le sigue en anti-güedad, La ciudad de Dios de San Agustín de 1475. La Crónica de Aragón de Fabricio de Vagad y la Crónica de Núremberg de Hartmann Schedel la cual se distingue por tener varios de sus grabados iluminados a mano, lo que aumenta la belleza visual de esta obra. Los restantes son las Obras de Angelo Politani, el Tratado de las Fiebres de Francisco de Bobio, Summa Total de San Antonino de Florencia, Sermones de Jacobo Vorágine y Sermones de Temporada y de Santos de Peregrino. Sin embargo, los demás libros también son de una belleza y de un valor incompara-bles. Es preciso hacer mención que la Biblioteca Palafoxiana cuenta con obras como De humani corporis fabrica de Andrés Vesalio, el Atlas de Gerardus Mercator, El Quijote de Miguel de Cer-vantes, la Monarquía Indiana de Juan de Torquemada y las Fábulas de Jean de La Fontaine.
Cada uno de los libros que se encuentran en los casilleros resguardados por la malla de alambre, conservan en sí mismos una historia, ya que independientemente del tema sobre el cual traten, albergan rasgos que hacen mención de sus creadores o de sus propietarios. Así entonces se iden-tifican a primera vista el exlibris de las casas impresoras, los diversos estilos de tipos, encuader-naciones, grabados, papel y marcas de agua. También se aprecian las marcas de fuego o el exli-bris de la persona que los poseía, las anotaciones al margen, incluso si el interior está tachado por el censor.


Es posible saber lo anterior, gracias a que la Biblioteca Palafoxiana fue objeto de un proceso de restauración y catalogación que se puso en marcha a raíz de los terremotos de 1999 que provoca-ron que la biblioteca sufriera daños estructurales.

Memoria del Mundo
Fundada en 1646, la Biblioteca Palafoxiana fue la primera biblioteca pública de América, y ha con-servado fielmente su tradición de patrimonio intelectual y cultural europeo. Se esfuerza por man-tener un vínculo vivo con la sociedad que la vio nacer, y por integrarse en el universo de la infor-mación con instituciones similares de otras regiones del mundo mediante técnicas de comunica-ción modernas como Internet (www.bpm.gob.mx) y las tecnologías multimedia. La Biblioteca Palafoxiana es una biblioteca abierta al uso compartido del saber.


La importancia de ese patrimonio singular aún debe ser establecida por la comunidad científica mundial. La biblioteca está instalada en el mismo edificio desde 1646, y es el único ejemplo de su clase que subsiste en América.


La creación de un sitio web en marzo de 2003 ofrece comunicación directa con la biblioteca, visi-tas virtuales, exposiciones, la historia de la institución y el catálogo completo, además de infor-mar sobre proyectos en curso y futuros.

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